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Bandoneón arrabalero, viejo fuelle desinflado...
 

Aerófono de la familia de los órganos de lengüeta (armónicas, acordeones, armonios, concertina), el bandoneón usado actualmente consta de 71 botones, 38 para el canto o melodía (mano derecha) y 33 para el bajo (mano izquierda).

En cada una de estas cajas los botones abren (u obturan) una válvula que permitirá pasar el aire para excitar a la lengüeta. El aire es insuflado por medio de un fuelle que, comprimido por la presión del ejecutante, saldra por el orificio seleccionado. Cerrado presenta la forma de un paralelepípedo de 35 cm. de frente, 23 cm. de altura y 25 cm. de fondo. Si se lo abre, los 35 cm. pueden expandirse hasta 1 metro. Para accionar el teclado se usan ocho dedos, sin intervención de los pulgares; sin embargo, a cargo del pulgar derecho queda el accionar una válvula que permite tomar aire al instrumento.

El bandoneón es el instrumento tanguero por antonomasia. Al escuchar su timbre nostálgico y quejumbroso, en cualquier tiempo o lugar que nos encontremos viajaremos al Río de la Plata. Pasearemos por las callecitas de Buenos Aires mezclados con antiguos compadritos, "Estercitas" y actuales porteños demorados en alguna pausa memoriosa...

Nacido en Alemania en la tercera década del siglo XIX, fue diseñado como reemplazante del órgano de iglesia; una versión portátil y más económica para oficios religiosos rurales. Jamás hubieran imaginado sus inventores y primeros ejecutantes que este peculiar instruemento quedaría ligado para siempre al Tango

Las crónicas mencionan que llegó al Río de la Plata en 1840, traído por un mítico marinero, Bartolo "el brasileño"; otros señalan como su introductor al país a un tal Thomas Moore, inglés y también hombre de mar. Se afirma que en la guerra del Paraguay, entre los años 1865 y 1870, en los campamentos del ejército argentino habría sonado un bandoneón perteneciente a un soldado llamado José Santa Cruz, quien aliviaba con sus novedosos sones las penurias de la terrible contienda fraticida.

Pero la entrada al tango de este instrumento se daría recién a comienzos del siglo XX, primero como solista y luego integrado a los primigenios trios instrumentales, en los que iría a desplazar a la flauta traversa. En la misma época aparece el tango-canción, con toda la carga poética de nostalgia, dolor y pesadumbre por el abandono de la "querida". Ambas expresiones, la nueva poesía lastimosa y el timbre desgarrador del "fuelle", se encontrarán en una fusión recíprocamente enriquecedora.

Luego, a finales de los años treinta, aparecería uno de los inmortales: Aníbal Troilo, "Pichuco". Excelente compositor y director de orquesta, y un excepcional intérprete del fuelle, era capaz de arrancarle los sonidos más humanos que hayamos podido escuchar en este instrumento. En su orquesta comenzaría a tocar y a sobresalir, por técnica y concepción musical, un muchacho llamado Astor Piazzolla, quien realizaría una carrera de ascenso muy rápida en la orquesta de Troilo para luego independizarse. Se dice que hay un Tango antes y otro después de Piazzolla.

[Fuente: www.arrakis.com.es/~viejoalmacen/bandoneon.htm]

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